- Más te vale tener una buena excusa para molestar a mi amigo... -Leon se fijó en la figura que entraba en el comedor y adoptó una postura más seria- Vaya... Etna, nada menos. La verdad es que me alegro, no me gusta abusar de estos chiquitines. Espero que estés a la altura de las historias que cuentan sobre ti...
Sacó su baraja oscura y se abalanzó contra ella, con una mueca maligna en el rostro.
Pero Etna estaba preparada. Y la baraja era tan buena como Leon esperaba. El poder de la luz del Creador le puso en aprietos, pero consiguió salvarse en el último momento con su ejército de Esqueletos. ¡Oscuridad! ¡Luz! Tal como decían aquellos sabios de Myssidia, ambos elementos se iban compenetrando como si tuviesen la misma naturaleza.
Los Fantasmas atacaban a los Neodragones, y éstos a los Spectros Gi, en un combate que no tenía pinta de acabar bien para ninguno de los dos bandos.
Tras una eternidad luchando, Leon dio un paso atrás y se apoyó en una rodilla, sudando. Vio que Etna mostraba también signos de cansancio. Se levantó de nuevo, sacudió el polvo de su túnica y se pasó la mano por el pelo.
- Vaya... no me has decepcionado, es justo lo que esperaba. Por desgracia, tendremos que dejar nuestra pequeña pelea para otro momento. ¡Kué!
- ¡¡Kué!!
Leon montó de un salto en el chocobo y salió al trote, no sin antes tirar otra de sus cartas. Debajo del ya famoso As de Picas había una sola palabra garabateada: "Patio".
