Verdaderamente vergonzoso. Para los que no conozcáis toda la historia, os pongo en antecedentes: El equipo de El Programa de Ana Rosa (T5) permaneció junto a la esposa de Santiago del Valle, presionándola para conseguir una exclusiva acerca del caso Mari Luz. En el vídeo se puede ver como ignorar sus peticiones expresas de terminar con la grabación y le impiden revelar su ubicación para evitar perder la exclusiva. Esta mujer es disminuïda psíquica, tiene un coeficiente intelectual de 45 puntos, está visiblemente afectada por el circo mediático que se ha formado alrededor del caso del asesinato de la niña y teme por su relación con su marido.
Ni tan siquiera eso parece ser suficiente para conseguir ser tratada de un modo correcto por los reporteros, colaboradores y hasta por la misma presentadora del programa, que juegan con sus sentimientos como si de una vulgar mercancía se tratase. Vergonzoso, vergonzoso y tres veces vergonzoso.
¿A qué límites hemos llegado? Antes, el pez grande se comía al pequeño y ese principio regía la cadena alimenticia del mundo. Pero ya no somos animales ¿O si? Si me hicieran esta pregunta, probablemente respondería que el ser humano se está deificando tecnológicamente y animalizando en el plano emocional. Porque en este caso no se trata de comer para nutrirse, sinó de alimentarse de la miseria ajena y crecerse en el morbo y en la desgracia de los demás; En las tragedias de la Grécia clásica sucedía algo similar con las situaciones a las que se veían sometidos sus personajes que, en comparación con los problemas personales de cada ciudadano, reconfortaban de algún modo al espectador. Por aquél entonces lo llamaron katársis, pero esto es poco más que una tortura gratuïta y televisiva.
Y es que como estudiante de Periodismo me siento preocupado y ofendido, tanto o más que como individuo. A este paso, no me extrañaría (es más, me parecería absolutamente lógico y lícito) que a los periodistas se nos terminase considerando como la profesión más indigna de la sociedad. A este ritmo, la profesión de periodista quedará tan desprestigiada que nos tendremos que proteger de las pedradas de los ciudadanos. Eso sí, agradezco profundamente que siga habiendo gente con el criterio suficiente como para discernir entre periodistas y carroñeros, sobretodo porque en su mano estará el salvar el prestigio de los verdaderos periodistas el día de mañana.
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Si termino la carrera y acabo haciendo algo así, cualquiera de vosotros tiene derecho (y es más, os lo pido como favor personal) a pegarme un tiro y acabar con mi existencia mediocre y degradada.
