Aviso, no suelo escriubir mucho, así que se podría decir que esto es lo primero decente que escribo...
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Derek escuchó violines. Era extraño, nunca había escuchado el sonido de un violín, y estos sonaban como una caricia del Cielo. Curioso, algo así le hacía falta en estos momentos de angustia en los que era perseguido por una multitud de criaturas que, en su tiempo, fueron humanos. No tenía gran cosa para defenderse, se había quedado sin munición y la última esperanza que le quedaba era correr, correr hacia donde el alma le llevase, lejos de aquella pútrida ciudad llena de carroña que, por algún extraño motivo, se empeñaban en que sus entrañas tendrían buena pinta a la parrilla. “¿Quién podría tocar los violines?”, se preguntaba. “Todo lo vivo que había aquí me está persiguiendo ¿Qué o quien podría ser?”
Se dirigió hasta la fuente del sonido. Venía de un edificio bastante decente, parecía antiguo y señorial, de varios pisos de alto, así que pensó que a lo mejor podría haber munición, o mejor aún, quizás ayuda de algún superviviente ahí arriba. De modo que abrió la puerta de una patada y empezó a correr escaleras arriba, ya que dudaba que aquel antiguo ascensor tuviera la energía necesaria como para subir dos metros sin romperse. De modo que continuó su desesperada subida hasta su posible salvación, aún podía escuchar el crujido de los pasos de sus perseguidores perderse en la continuación de la calle. Los había despistado. Respiró entrecortadamente, nunca había corrido tanto en su vida, probablemente dado el hecho de que nunca le había perseguido tal cantidad de engendros. Continuó subiendo pisos, ya llevaba cuatro y apenas le quedaba aliento, pero se aferraba a la esperanza de encontrar algún superviviente ahí arriba.
Después de un rato de larga caminata, llegó, era un noveno piso. “Y no podían tocar mas abajo los muy…” Estaba frente a la puerta, era una puerta vieja de madera, verde, pero parecía lo bastante sólida como para que no se dejara tirar abajo por las buenas. “Bueno, que coño, no puedo perder nada ya”. Llamó dos veces a la puerta. Nadie le abrió, quizás no le oyeran y estaban muy abstraídos en sus violines, en vestir al viento con su preciosa y armoniosa melodía que a poco más hace que se le salten las lágrimas. Volvió a llamar. Cesaron los violines, envolviendo la ciudad en un silencio sepulcral únicamente violado por los restallidos de tendones y crujidos que venían de la calle. Al cabo de un minuto más o menos se abrió una especie de ventanita por la que asomó el cañón de una escopeta. Rápidamente, mientras disparaba, se echó al suelo tan rápido como pudo.
-¡¿Pero que cojones te pasa?! ¡No te voy a comer!
-Ah, lo siento, pensé que eras una cosa de esas
-Joder, podrías haber mirado o algo así, como hace la gente buena y amable.
-Josh hizo eso y le arrancaron un ojo de cuajo.
Derek miró al suelo y, efectivamente, eso gelatinoso sobre lo que se había tirado era, en efecto, un ojo.
-Joder, que ascazo, por Dios, anda, déjame pasar, aunque sea solo para limpiarme esto
Se cerró la ventanita y poco a poco, se abrió la puerta, aun asomando la escopeta. Detrás de ella se escondía una bella mujer, sucia por la mugre y el barro, posiblemente debido a otra carrerita como la de Derek, y con la ropa algo rota por los estropicios.
-Pasa, anda, pasa, que parece que estás hecho mierda.
Segunda Parte
Le despertaron unos angelicales cánticos que parecían venir del salón. “Esta casa parece un conservatorio, macho.” Se quejó para sus adentros. Se incorporó como pudo, tenía agujetas hasta en músculos que ni el sabía que tenía, y lo primero que vio fue a la chica sentada en una silla enfrente del. “¿Dormiste bien, encanto?”, preguntó con una sonrisa en la cara debido a que seguía entero. “Bueno, bastante, si, pero… ¿Cómo he llegado hasta la cama?”, dijo Derek al darse cuenta que no recordaba el trayecto hasta su posición. “Te caíste redondo nada más entrar por la puerta, fuimos entre todos a socorrerte. Nos diste un susto de muerte, macho.” Dijo poniendo los brazos en jarras y con tono de reproche.”Pero bueno, no pasa nada”, continuó, “Ven, te presentaré a los otros” Me tendió la mano para ayudarme a levantar. “Está claro que a esta mujer el feminismo que le quedaba se lo arrancaron los bichos esos a bocados.”
El salón era una habitación bastante grande y estaba en bastante buenas condiciones, teniendo en cuenta que más de la mitad de los edificios en la ciudad habían sido reducidos a simples escombros y cascotes. “Estos son el resto del grupo: Turner, Hayley, Alejandro, Kat, Ace y Operador” Realmente imponían respeto. Turner podía medir perfectamente dos metros y estar hecho de anabolizantes, tenía el pelo corto y negro como el carbón y su cara tenía rasgos duros y marcados por una vida de trabajo, posiblemente fuera leñador o minero en su pasado, tendría unos treinta años más o menos. A su lado estaba Hayley, de mediana estatura, su pelo era largo y rojo como el fuego, con mechas naranjas, ojos azules que contrastaban bastante con su pelo, su cuerpo era el de una chica normal de entre dieciocho y veinte años “Es mona, pero algo me dice que Turner me descalabra si me acerco.”, pensó Derek. Alejandro estaba apoyado en una mesa, mirando para mi con curiosidad, era de tez morena, posiblemente de descendencia negra, su pelo era negro azabache y le caía sobre el ojo derecho mientras que por detrás lo llevaba recogido en una coleta, en apariencia, no era excesivamente fuerte, pero parecía que podría librarse bastante bien con las criaturas de la ciudad. Kat tendría unos aproximadamente dieciocho años, era morena de pelo, pero se notaba que se lo había teñido hace relativamente poco, pues se podían apreciar los reflejos azules que soltaba con la luz, tenía un cuerpo bastante parecido al de Hayley, pero Kat era un poco más delgada que la pelirroja, aunque en sus piernas se notaba que hacía atletismo en sus ratos libres. Ace era el hermano de Turner, de mas o menos su edad y un parecido asombroso, la gente solo los diferenciaba porque Ace tenía una imponente perilla y era algo más algo que su hermano. Por último, Operador estaba sentado en una silla, echado hacia atrás y jugando a lanzar un cuchillo al aire y cojerlo entre dos dedos al caer, no se podía decir mucho de sus apariencias, pues llevaba una especie de casco con los cristales tintados de los que sólo se sabía su expresión por unos LEDS que se encendían, dibujando caritas, el cual impedía saber como era, y por el cuerpo parecía un hombre normal, algo más delgado de lo normal y llevaba algo que parecía una chaqueta de cuero y unos vaqueros negros.
“De Operador no intentes descubrir mucho… Simplemente es rarito.” Negó con la cabeza, encogiéndose de hombros “Bueno, gente, este es Derek. Derek, bienvenido a la que, mientras siga de pie, será tu casa. Oh, por Dios, casi me olvido, soy Anne, encantada”. Se dieron dos besos, como marcaban las normas de educación. Alejandro miró por la ventana echando la cabeza para atrás.”Bueno, parece que ya es de día. Derek, ven conmigo, te enseñaré la casa.”
Me hizo un gesto con la cabeza para indicarme la puerta, comenzó a andar y Derek fue detrás de el.
Tercera parte
“Bueno, mejor primero tomamos algo, debes estar hambriento”, ofreció Alejandro, con una sonrisa. Me llevó con él a la cocina, era una habitación no demasiado grande, con lo necesario para una cocina: Nevera, congelador, vitrocerámica, microondas, mesa, sillas… Lo básico, sin lujos. Abrió la alacena y sacó dos cuencos. “¿Te gustan los cereales?”, preguntó.”Bueno, es mejor que nada”, dijo Derek, soltando una risa; Alejandro comenzó a preparar el desayuno. “Oye, Alejandro”, dijo Derek, “¿Qué ocurre aquí? Me explico ¿Qué son esas criaturas?”. Alejandro miró pensativo a la mesa mientras se sentaba y ponía los dos cuencos con leche en la mesa, “Desdichados. Seres que antes eran humanos y, por desgracia, han deformado hasta convertirse en eso. De hecho, tenemos a uno por aquí con la proyección de su antiguo yo. Luego te lo enseño, es algo como nunca hayas visto. Suerte que tengamos a Ace, que es un hacha con las máquinas. Con el, vamos servidos de tecnología, armas no nos faltan, ni implantes médicos tampoco.” Soltó una carcajada.
Cuando Derek acabó de comer, siguió a Alejandro por una especie de puerta metálica blindada, lo cual contrastaba bastante con el resto de la casa, que parecía antigua. Golpeó un par de veces la puerta, se deslizó una especie de micrófono desde el marco, y Alejandro murmuró algo casi inaudible; acto seguido, se abrió la puerta hacia arriba, dejando ver lo que parecía ser una consulta médica de una tecnología que parecía sacada de una película, unas lámparas de tubo fosforescente iluminaban la pequeña habitación, y algunas paredes tenían unas luces azules, que quizás fueran utilizadas para revelar algún tipo de fluido. Por toda la habitación había armarios con el material suficiente para montar un hospital improvisado o un taller, y más al fondo había una camilla sobre la que descansaba un hombre que llevaba un parche en el ojo derecho que, al vernos entrar, se incorporó como pudo y saludó “Hola, encantado, soy Josh”, a lo que Derek respondió “Esto… Sí, creo que me han hablado de ti” mientras se limpiaba como podía los restos de ojo que le quedaban por la camiseta. Josh era un hombre alto, bastante joven, quizás de la edad de Alejandro, con el pelo corto y negro, de ojos verdes, su piel era bastante clara y su cuerpo, bastante delgado, no parecía poder correr un sprint sin morir en el intento. “¿Y tu a que te dedicas aquí?” Preguntó Derek, curioso. “Pues yo soy el que posiblemente te salve la vida varias veces, soy el médico aquí, o bueno, lo más parecido que puedas a encontrar a uno” Rió. “Parece increíble que, después de haber perdido un ojo pueda seguir con tanto ánimo”, pensó Derek para sus adentros, pero Alejandro interrumpió sus pensamientos. “Ah, si, bueno, aquí cada uno tenemos nuestra función propia, así como Josh es el médico, yo me encargo de buscar algunas provisiones, como munición, o algunos alimentos. Seguramente tardaremos poco en encontrarte a ti uno”. Sonrió, pero este momento de alegría se vio interrumpido por una canción a todo volumen. Una canción que le sonaba familiar.
Ace asomó por la puerta, esta vez llevaba unas gafitas pequeñas, seguramente artesanales, y dijo felizmente, “¡Hey, hey, hey, chicos! ¡Es hora de ir a dar una vuelta! Derek, vente con nosotros, nos vendrás bien.”. De modo que les siguió por toda la casa hasta la puerta, donde estaba Operador junto con Hayley y Anne. Sentí un leve golpe en la espalda, y la voz de Ace al oído, con un tono un poco loco. “¿Preparado para irnos de marcha, chaval?
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Iré editando a medida que vaya avanzando
