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Ya hace tiempo que, no sólo por ser moderador, tenía ganas de hablar en profundidad sobre Final Fantasy VI. Es un juego retro y por lo tanto como ya no hay noticias ni nada novedoso (aunque nunca hay que descartar un posible remake para sobremesa ^^) no nos queda otra que hablar de él en retrospectiva y analizar los porqués de su éxito (dentro del público que siguió Final Fantasy, claro, porque hasta 2002 no lo conocía ni Dios en Europa). Yo he querido centrarme en este post sobre el rol femenino de Final Fantasy VI. (También va dedicado con especial cariño a Minerva

Por supuesto, tened en cuenta que voy a hablar explícitamente del argumento, así que sobra decir que aquí hay spoilers como catedrales.
Ya sabéis que el protagonismo recae mayormente sobre Terra, aunque Locke y Celes tienen su peso importante. De hecho, también podemos decir que FFVI no tiene protagonismo individual, sino múltiple. Es una de las cosas que me enamora de FFVI, que los roles de los personajes se entrelazan de forma muy importante y el protagonismo está descentralizado.
Sabemos que Terra es la protagonista ya que uno de los leitmotiv del juego es la dualidad de Esper-Humana que recae en ella y los problemas que ello conlleva: tener que tratar con los problemas tanto propios de los humanos como de los Esper, que son una especie de “nativos americanos” pero en el mundo de FFVI. Esto en consecuencia hace que sea rehusada a priori tanto por humanos como por Espers, haciendo que se vea recluida en su propio mundo. También me gusta cómo se refleja la idea del amor. Lo muestra como algo muy duro, algo difícil de llegar a alcanzar en toda su plenitud, pero sin llegar a tocar el pesimismo o el cinismo. Terra se plantea la posibilidad de un amor entre un Esper y un humano, y este tema es uno de los más recurrentes en cualquier obra artística (sí, los videojuegos también son arte), que no es otro que el de la barrera en el amor. De hecho, la barrera fantástica de una persona humana y una persona no humana, me parece muy interesante, aunque se aleje de la realidad; luego explico por qué.
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La protagonista de Final Fantasy VI, Terra (si bien no acapara centralmente el protagonismo es un personaje clave del argumento) es un personaje femenino de gran sensibilidad y poder introspectivo, pues habla muy poco y transmite mucho más cuando oímos su característico tema musical, simplemente denominado Terra's Theme. La introducción de este tema musical, en aquellas escenas en las que este personaje interactúa con otros, ya indica mucho más de lo que ella podría decir. En este caso lo que hace es focalizar desde el punto de vista de Terra, y todo lo que ella diga o sobre ella digan, sobresale ahora inexorablemente desde la óptica de la protagonista con una canción melancólica a la par que triste.
Terra, físicamente, es una chica delgada, no muy alta, frágil, con poco pecho (no lo digo con ningún mal sentido, simplemente creo que eso refleja que la intención era evitar totalmente el cliché de “mujer explosiva”) y con un andar lento y vacilante. Tiene interiorizados sus sentimientos y exteriorizados sus temores. Empezamos el juego con una Terra torturada, controlada, despojada de dignidad... Y a lo largo de todo el juego se va reconstruyendo el pasado, presente y evolución de Terra como persona. Toda una aventura de introspección psicológica que se ve alimentada por la variedad de situaciones y experiencias que le proporcionan los demás personajes. La genialidad de este juego es que cantidad y calidad en los personajes van cogidas de la mano. A excepción de Umaro, Gogo y Mog, que poco aportan (como personajes opcionales que son), cada personaje se contrasta con los demás y aporta nuevas perspectivas a la persona que juega y también a los personajes.
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También vemos cómo Locke salva a Terra y la protege, como caballeroso ladrón que es. Esto ya es un cliché que siempre aparece y no podemos hacer nada para detenernos, pero la verdad es que me resultó bastante curioso que no se enamorase de Terra, y aún más, que no existiera un triángulo amoroso entre Terra, Celes y Locke. Se intuye que algo surge pero no acaba de cuajar entre Celes y Locke. Esto hace pensar que Terra o es muy prudente o todavía le tiene miedo a la humanidad. Recordemos que hasta el momento en que cuida del orfanato para protegerlo de Phunbaba, jamás había manifestado abiertamente su amor, ya sea por un hombre, por los niños o por los Espers.
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Obviamente, el hecho de que tenga ese poder, hace que se sienta reacia a jactarse de él o enorgullecerse de él. Como ya he avanzado antes, esta barrera fantástica que hay entre humano y no-humano me parece interesante si lo vemos en profundidad. Se trataría de una exageración para dar a entender, mediante hipérbole, que (en el caso que nos ocupa) el Esper es aborrecido y maltratado, no aceptado por su naturaleza, por ser tan diferente. Lo que en la realidad sucede es que cuando una persona no cuaja en el conjunto es porque hay algo en su interior que es monstruoso para los demás. En estos casos esta naturaleza monstruosa se manifiesta en el exterior, dando a entender que si el amor se hace difícil es por esas diferencias tan hondas entre dos personas. Pero como ya sabréis los que os habéis pasado el juego, FFVI nos da a entender que los Espers han sido las auténticas víctimas, aun siendo los seres más poderosos (una cultura superior, pero ridiculizada o tenida por menos por el invasor). Cayeron porque estaban exentos de maldad, “virtud” de la que sí podían hacer gala los humanos.
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Haciendo un poco de inventiva, podríamos concebir toda la historia de Terra como una metáfora sobre la alienación de la persona enfrente de la sociedad que prejuzga y mata, que conquista y destruye. El hecho de que sea mujer quizás realza esto en el sentido de que hasta bien entrado el siglo XIX la mujer nada tuvo que decir en el ámbito artístico, hasta que no aparecieron las célebres Jane Austen (Orgullo y prejuicio) y Mary Shelley (Frankenstein).
Ya hablando de la realidad ahora, me gustaría hacer por último una comparación, ya que he empezado a hacer ciertas alusiones. Pensando en el contexto y ambientación del juego, se podría pensar que nos encontramos en una especie de Revolución Industrial en época medieval. Obviamente, es un FF y ya sabemos que en el mundo se hacen pueblos de distinto tipo, y se inventan culturas muy diferentes para hacer un mundo variado, pero en el FFVI esto nunca me pareció demasiado pronunciado.
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Especialmente Narshe me transmite la sensación de ciudad industrial, en la época de mediados del siglo XIX, donde impera la explotación despreocupada de los recursos. Esa nieve, esa música, esa tranquilidad, las cuevas... Todo me transmite una fuerte sensación. También, si pensamos en el contexto, el siglo XIX se caracterizó por el colonialismo salvaje de las potencias europeas. Sería lo que estaba haciendo el Imperio Gestahl con los Espers: despojar a la población indígena de su tierra y explotar los recursos que estuvieran al alcance. Toda esta visión no es más que una hipótesis, pero era para acercaros mejor a esta óptica, para entender el papel de Terra en una situación en que estaba subyugada al Imperio (Europa), siendo Esper (nativa) y siendo una mujer muy atormentada por su condición de huérfana. (Sí, la orfandad también es muy recurrente en los FF, pero creo que en este capítulo se justifica bastante bien.)
Final Fantasy VI es en definitiva un juego con un contexto y ambientación totalmente románticos (en el sentido original de la palabra), que podría funcionar bastante bien como paralelismo con la situación del siglo XIX. Terra podría funcionar como símbolo de la inminente emancipación cultural y social de la mujer. Celes es ya otra historia, no quisiera alargarme más, daría para otro post. Pero de este personaje creo que no hay tanto a decir. A fin de cuentas, ya he dicho que bajo mi opinión la protagonista es Terra, aunque el protagonismo esté bastante “descentralizado”. Lo que sí puedo añadir como curiosidad es que si os fijáis, tanto Terra como Celes son del tipo "caballera", manejan la espada, y ambas ha pertenecido al Imperio. Su procedencia militar choca con la vida de truhán de Locke, que usa boomerangs y necesita robar para hacerse un sueldo y llamarse a sí mismo cazador de tesoros (o arqueólogo, como dice en la wikipedia xD). Casi parece como si se hubiera realzado a la mujer y denigrado al hombre. (O si más no, un cierto intercambio de roles.)
El final del juego en lo que respecta a Terra, me parece muy bien pensado. Ella se salva gracias a su parte humana, a su amor por lo humano. Al final recibimos un mensaje muy positivo, pero con su esfuerzo a lo largo del juego. No es el típico final en el que todo acaba bien porque sí. En FFVI el final podría haber sido muy diferente de no haber sido por el calor que Terra recibió de la misma especie que le arrebató su dignidad.
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Un estudio a tanta profundidad de un videojuego me interesa mucho, y FFVI creo que sería un buen objeto de estudio. Todo esto era para que vierais que cuando un juego se queda obsoleto, siempre le quedará su magia, su contenido, lo que hizo que nos enamorásemos de él... y lo que es mejor, a medida que sepamos más cosas y nos hagamos más mayores, veremos con mayor claridad las cosas. La primera vez que jugué a Final Fantasy VI, con 11 años, disfruté con una historia de fantasía y aventura, pero la última vez que jugué, disfruté viendo con profundidad el trasfondo que podía transmitir este juego. Por supuesto, no digo que mi visión sea la buena, sólo que se trata de un juego que nos puede transmitir las cosas de modos muy distintos dependiendo de la persona y de su bagaje cultural. Esta es la auténtica magia no sólo de FFVI, sino de muchos videojuegos. Que sí, que FFVII me caló más hondo todavía, pero hay que favorecer al débil.
Ahora os toca a vosotros y vosotras participar en el tema y enriquecerlo

PD: Esto daría para una tesis doctoral y no es broma (Sobre videojuegos en general, no sólo sobre FFVI, que sería enfermizo ya xD). Tuve una profesora que hizo su tesis sobre las narrativas populares en TV y libros y la asignatura que nos dio fue muy interesante. Te enseña a ver con más claridad las cosas y a percibirlas con más contraste.