
Con la cantidad de temas musicales reimaginados que trae este juego, al final parecía obvio que de algún modo u otro, sí o sí, debía colarse One Winged Angel y coronarse como lo que es, el tema de batalla del jefe final del juego. ¡Y vaya que si lo ha hecho! Rufus Shinra me parecía un buen candidato a jefe final para esta entrega teniendo al Edificio Shinra como escenario de mazmorra final y lo cierto es que tanto su entrada, como la de Tiniebla (aka Nación Oscura), han estado a la altura. Pero al final ha sido Sefirot quien se ha alzado con el título de campeón como villano final, lo que nos lleva a comentar toda esa amalgama de entidades que le precede.
Los ecos: sin duda alguna la entidad más contradictoria con el título original. Desde el primer momento su presencia se hace de notar. Al principio me daba la sensación de que eran un mero recurso empleado para marcar la muerte de los personajes que estaban destinados a morir de acuerdo a la historia original. Tal es así, que me impactó muchísimo conocer a Aeris en una escena donde comparte protagonismo con Sefirot, donde nos recuerdan a aquellos que hemos jugado al juego original, que la anciana conocerá su final a manos de “él”. No obstante, si este hubiera sido el verdadero propósito de los ecos en el juego, ni se hubieran molestado en implementarlos y es que estos todavía nos tenían una sorpresa preparada.
Y es aquí donde dos partes de mí se separan. Por un lado mi parte nostálgica se entristece y estremece al ver lo que hacen con el final y por otro lado mi parte más sentimental y fanática se alegra al ver que los personajes puedan ahorrarse sufrimiento de cara al futuro. Claro que estoy contento, ¿quién no lo estaría? El jodido Zack Fair, héroe de héroes, ¡está vivo! O al menos, lo está en una línea temporal, lo que nos lleva a plantearnos la propia existencia de estas en el Universo de FF VII y la posibilidad de que Aeris burle la muerte en lo que Nanaki cataloga de “futuro catastrófico” en referencia a los acontecimientos del juego original.

En general he de decir que Nanaki ha sido un personaje muy místico que ha sabido dar respuestas, en parte gracias a Aeris, de todo lo que estaba ocurriendo con los ecos, vaticinando y encaminando lo que sería la recta final del juego desde el principio del capítulo 17.
Yo por mi parte sigo bastante impactado con el final. Ahora parece que soy yo el que no puede escapar de su destino y que sí o sí deberé tragarme un final feliz contradictorio con el original. En parte no me disgusta, pero me escuece. Saber que existe la posibilidad de omitir la famosa escena en la capital olvidada es algo que me entristece mucho. Ni que sea a nivel artístico, estoy deseando ver qué también se vería ese desenlace con la tecnología de hoy en día. Es un momento con demasiada historia y demasiada carga emocional como para permitirse el lujo de no hacerle justicia como se merece.
Pero bueno, siendo positivo, y aunque la posibilidad de que se trunque todo en pos del final feliz existe y se persigue en el juego, he de decir que objetivamente he visto al grupo derrotar a Motorbola, decididos a cambiar el destino que les aguarda si Sefirot triunfaba. La pelea contra los ecos y Sefirot lo mismo podría ser simbólicas, pues desafiar al destino es un acto bastante metafórico en sí y puede que en este juego lo hayan querido demostrar a través de esa serie de encuentros donde los protagonistas no hacían otra cosa que enfrentarse a versiones “ecoficadas” de ellos mismos, porque al final no hay limitador más grande que el que se pone uno mismo. Veremos a ver qué tal les sale la jugada a nuestros protagonistas preferidos y si serán capaces de engañar al destino tal como parecen haberlo hecho Wedge, Biggs y Zack (estos dos últimos de manera más bruta). Yo por mi parte me quedo con un buen sabor de boca general en todo lo que respecta el juego, final inclusive a la espera de la segunda parte.