En un lejano juego de dimensiones de segunda mano, en un plano astral ligeramente combado, las ondulantes nieblas estelares fluctúan y se separan.
La Gran Tortuga, Gran A'Tuin, se acerca nadando lentamente por el golfo interestelar, con los pesados miembros llenos de hidrógeno congelado, el enorme y viejísimo caparazón lleno de cráteres de meteoros. Con unos ojos del tamaño de mares, encostrados de lágrimas reumáticas y polvo de asteroides, Él contempla fijamente el Destino. En una mente más grande que una ciudad, con lentitud geológica, Él piensa sólo en el peso.
Por supuesto, la mayor parte del peso se debe a Berilia, Tubul, Gran T'Phon y Jerakeen, los cuatro elefantes gigantes sobre cuyos lomos y amplios hombros bronceados por las estrellas descansa el disco del mundo, enguirnaldado por una enorme catarata a lo largo de toda su circunferencia, y cubierto por la bóveda azul pálido del cielo.
Hasta ahora, la astropsicología no ha sido capaz de averiguar en qué van pensando.
Y aquí mi versión:
Esta saga me influenció mucho ultimamente a la hora de ponerme a dibujar algo