Reculando en Final Fantasy XIII
Posted: 17 Apr 2011, 12:32
Yo me considero uno de los principales detractores de Final Fantasy XIII en este foro y nunca lo he escondido y cuando he tenido que soltar un palo lo he soltado.
Pues bien, voy a poner un símil.
Final Fantasy XIII es como esa chica nueva que llega al colegio. No conoce a nadie pero como es la novedad, su exotismo hace que todo el mundo se vuelque con ella. Pero a ti Final Fantasy XIII te parecía una chica tonta, insulsa, que rompía con tu forma de ser y la de mis amigos. Te juntas en los recreos con ella porque todo el mundo se merece una oportunidad, pero te cuenta cosas que no van contigo, piensas, buah, menuda niña tonta y durante todo el curso pasas de ella. Además, no le gusta la misma música que a ti, tú un chico clásico, llevas siempre a Uematsu a todas partes, y ella se empeña en señalar que Uematsu está pasado de moda y que Hamauzu es mejor. Hasta ha compuesto un preludio mejor que el de Uematsu, se atreve a señalar. Menudo sacrilegio.
Pero una tarde en el colegio después de una aburridisíma clase de quebrados el profesor te sienta junto a ella porque hablas mucho con tus amigos, que si nosotros tenemos invocaciones, que si nosotros tenemos mundos fantástico-medievales. Además, no solo eso, sino que te asignan hacer un trabajo con ella, llamado Final Fantasy XIII-2, así que para que no te coja el toro, decides colaborar con ella.
Según vas trabajando con Final Fantasy XIII, empiezas a ver un brillo especial en sus ojos, empiezas a descubrir que ella en el fondo es como tú, tiene invocaciones clásicas, los Boms que pensabas que eran un amasijo metálico con forma poligonal resulta que esconde un Bom de los de toda la vida, de esos pelopincho... y hablando de pinchos, los Cactilios que tiene Final Fantasy XIII son los más bonitos que he visto nunca! Sigues buceando en su ser, y descubres que conoce a uno de mis favoritos: Gilgamesh, aunque aparece poco porque es el encargado de llevar su propio emporio. Desconfío de esos Chocobos con más patillas que la Pantoja, pero que narices, son Chocobos al fin y al cabo! Ojalá tuvieras Moguris... ah espera, que si que los tienes! Que son tenderos de otra tienda! Tal vez, un Molbol no habría venido mal, pero me dice que tiene Ochús, y que para redimirse de su carencia de Molboles, me dice que Vanille tiene una vara bautizada como una criatura legendaria en Final Fantasy XIII llamada Molbol. Los Bégimos tampoco podían faltar a la cita. Pero ya empiezo a hacer preguntas para nota. ¿Dónde están los Arimanes? Si, hombre esos bichos don un solo ojo que vuelan. Pues los hay, aunque han cambiado un poco de aspecto, ahora parecen Gremlins... pero están! Si tiene hasta Galkimaseras! Pero eh, se parecen mucho a los Arimanes, ahora son todos Diablillos. Los Adamantais ni pregunto, porque casi me aplastan... y de postre Flan! y nuevas variedades, tenemos hasta de Guindilla, y Fluorescentes
Tampoco podía olvidarse de su gran amigo Cid, aunque parece que últimamente está muy de moda que no sea tan manitas arreglanaves y sea un poco más malévolo que los que nos tienen acostumbrados los clásicos básicos.
Además, domina los idiomas que es una delicia, es capaz de convertirte un 魔道のパレード (desfile de magos) en una referencia bestial al primer Final Fantasy con Hermandad Matoya. Incluso se atreve a traducir un cántico a Apolo como Tantalus, otra referencia de nuevo cuño!.
¿Sus armas? Pues tiene Lionheart, Organix, Arma Artema, Arma Omega, Lanza de Kaín, Viva la Reina, todos viejos conocidos de la saga!
Sin que te des cuenta, ese odio irracional que sentías por la chica nueva de nombre Final Fantasy XIII se ha ido tornando poco a poco en admiración, todo el tiempo libre que tienes se lo dedicas a ella, a conocerla más, a profundizar en su universo.
Y así es como he pasado de ser un detractor de Final Fantasy XIII ha considerarlo como muy buen Final Fantasy, a la altura de otros grandes Final Fantasy. Así fue como una partida abandonada de 15 horas se ha convertido 6 meses después en el comienzo de una partida de 115 horas. Estoy a 7 armas y 8 objetos de conseguir todos los trofeos del juego, es decir una partida perfecta en cuanto a trofeos, algo que no había hecho nunca en ningún Final Fantasy.
Pues bien, voy a poner un símil.
Final Fantasy XIII es como esa chica nueva que llega al colegio. No conoce a nadie pero como es la novedad, su exotismo hace que todo el mundo se vuelque con ella. Pero a ti Final Fantasy XIII te parecía una chica tonta, insulsa, que rompía con tu forma de ser y la de mis amigos. Te juntas en los recreos con ella porque todo el mundo se merece una oportunidad, pero te cuenta cosas que no van contigo, piensas, buah, menuda niña tonta y durante todo el curso pasas de ella. Además, no le gusta la misma música que a ti, tú un chico clásico, llevas siempre a Uematsu a todas partes, y ella se empeña en señalar que Uematsu está pasado de moda y que Hamauzu es mejor. Hasta ha compuesto un preludio mejor que el de Uematsu, se atreve a señalar. Menudo sacrilegio.
Pero una tarde en el colegio después de una aburridisíma clase de quebrados el profesor te sienta junto a ella porque hablas mucho con tus amigos, que si nosotros tenemos invocaciones, que si nosotros tenemos mundos fantástico-medievales. Además, no solo eso, sino que te asignan hacer un trabajo con ella, llamado Final Fantasy XIII-2, así que para que no te coja el toro, decides colaborar con ella.
Según vas trabajando con Final Fantasy XIII, empiezas a ver un brillo especial en sus ojos, empiezas a descubrir que ella en el fondo es como tú, tiene invocaciones clásicas, los Boms que pensabas que eran un amasijo metálico con forma poligonal resulta que esconde un Bom de los de toda la vida, de esos pelopincho... y hablando de pinchos, los Cactilios que tiene Final Fantasy XIII son los más bonitos que he visto nunca! Sigues buceando en su ser, y descubres que conoce a uno de mis favoritos: Gilgamesh, aunque aparece poco porque es el encargado de llevar su propio emporio. Desconfío de esos Chocobos con más patillas que la Pantoja, pero que narices, son Chocobos al fin y al cabo! Ojalá tuvieras Moguris... ah espera, que si que los tienes! Que son tenderos de otra tienda! Tal vez, un Molbol no habría venido mal, pero me dice que tiene Ochús, y que para redimirse de su carencia de Molboles, me dice que Vanille tiene una vara bautizada como una criatura legendaria en Final Fantasy XIII llamada Molbol. Los Bégimos tampoco podían faltar a la cita. Pero ya empiezo a hacer preguntas para nota. ¿Dónde están los Arimanes? Si, hombre esos bichos don un solo ojo que vuelan. Pues los hay, aunque han cambiado un poco de aspecto, ahora parecen Gremlins... pero están! Si tiene hasta Galkimaseras! Pero eh, se parecen mucho a los Arimanes, ahora son todos Diablillos. Los Adamantais ni pregunto, porque casi me aplastan... y de postre Flan! y nuevas variedades, tenemos hasta de Guindilla, y Fluorescentes
Tampoco podía olvidarse de su gran amigo Cid, aunque parece que últimamente está muy de moda que no sea tan manitas arreglanaves y sea un poco más malévolo que los que nos tienen acostumbrados los clásicos básicos.
Además, domina los idiomas que es una delicia, es capaz de convertirte un 魔道のパレード (desfile de magos) en una referencia bestial al primer Final Fantasy con Hermandad Matoya. Incluso se atreve a traducir un cántico a Apolo como Tantalus, otra referencia de nuevo cuño!.
¿Sus armas? Pues tiene Lionheart, Organix, Arma Artema, Arma Omega, Lanza de Kaín, Viva la Reina, todos viejos conocidos de la saga!
Sin que te des cuenta, ese odio irracional que sentías por la chica nueva de nombre Final Fantasy XIII se ha ido tornando poco a poco en admiración, todo el tiempo libre que tienes se lo dedicas a ella, a conocerla más, a profundizar en su universo.
Y así es como he pasado de ser un detractor de Final Fantasy XIII ha considerarlo como muy buen Final Fantasy, a la altura de otros grandes Final Fantasy. Así fue como una partida abandonada de 15 horas se ha convertido 6 meses después en el comienzo de una partida de 115 horas. Estoy a 7 armas y 8 objetos de conseguir todos los trofeos del juego, es decir una partida perfecta en cuanto a trofeos, algo que no había hecho nunca en ningún Final Fantasy.