Mi profesora de Historia de la lengua española siempre dice que ella no se lleva las manos a la cabeza cuando hay cambios, que es algo natural y que la gente monta demasiado jaleo con estas cosas, y yo soy de la misma opinión. Precisamente los filólogos en general estamos de acuerdo con los cambios que se van produciendo en una lengua que está acercando cada vez más a sus hablantes de la península y a los de los países hispanohablantes.
Por ejemplo, no sería tan tremendo cambiar la v por la b. En español se da el fenómeno del betacismo, a diferencia del valenciano, por ejemplo. Es decir, pronunciamos igual la be y la uve (eso de pronunciar una uve labiovelar como el inglés es de ignorantes que se las quieren dar de cultos). En la Edad Media se escribía "aver", y tan contentos. Las palabras del latín que se escribían con B pasaban a escribirse con v en romance (HABERE> aver) y las palabras que en latín tenían una P, en romance decidieron ponerle b (SAPERE> saber). Ya en el siglo XVIII, con la Academia establecida, decidieron devolver a las palabras su grafías etimológicas. Y hasta hoy, así se ha mantenido, pero quizá volvamos a cambiar esto. Las escrituras que usamos hoy en día vienen del siglo XVIII (y también se armó la de Dios es Cristo), así que son bastante modernas y por tanto no debería darnos tanta pena hacer cambios.
Del mismo modo, la mayoría somos yeístas, así que tampoco veo una barbaridad quitar la ll (la gente mayor es la que más conserva la ll, pero en una generación o dos quizá esto desaparezca).
Sobre la hache, lo mismo. En la Edad Media escribíamos "ombre", e incluso "uembre", y todos tan contentos (la O breve tónica latina suele diptongar en español). La h antes se aspiraba (hasta el siglo XV o XVI) y por eso se indicaba con una h, pero ahora no tiene sentido seguir escribiéndola, puesto que ya no se aspira. Esa hache inicial indica normalmente que antes había una F inicial latina, que después pasó a aspirarse y después despareció. Y también Covarrubias en su tiempo (comienzos del XVII) se quejaba de lo mal que hablaba la gente que no aspiraba la hache. Si levantara cabeza y viera que ahora nadie aspira, seguro que volvería a su tumba a llorar.
No voy a comentar punto por punto esas reformas porque no me quiero extender y porque cuesta leer ese tocho mal escrito, pero en general veo bien que las lenguas tiendan a hacer su escritura cercana a su pronunciación. Para los que hemos aprendido inglés, es horrible ver que algunas palabras son de pronunciación muy diferente a como creíamos. Aún me río al recordar que Leicester es algo parecido a
Lésta, y una amiga mía cada vez que lo mencionaba (estuvimos de viaje ahí) pronunciaba la palabra de diferente manera, pero nunca la correcta (Leichester, Lester, Lescher, ...). Un profesor mío de Filología inglesa nos dijo que ni un anglohablante estará seguro de cómo se pronuncia una palabra hasta que la oiga

En ese sentido el español es bastante coherente, y las reglas van enfocadas cada vez más hacia la unidad entre pronunciación y grafía. Puede dar pena dejar atrás las grafías etimológicas, pero me parece, en general, que se están haciendo buenos cambios. Una reforma del tipo del primer mensaje no está demasiado lejos

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