El humo parece querer acariciar el techo del cielo y el cigarro se consume. Un reloj sin minutero vierte su arena en nuestras manos y el tiempo se nos escurre entre los dedos. La arenisca cae, como queriendo desaparecer, pero es sabido que ni el tiempo puede escapar de sí mismo.
Cronos es una bestia insaciable, el mejor amante de la experiencia y el padre de lo vivido. Somos él y él es nosotros. Somos el olor a café por las mañanas. Somos un capricho entre semana. Somos un muro irrompible de pared seca. Somos la brisa del verano. Somos una canción. Somos un coche a 270 por una carretera de Florida. Somos una acampada. Somos el olor a Abril. Un atardecer. Somos el olvido. Somos la venganza y el placer. Somos una carcajada. La grandeza. Somos el sueño que nos ha invadido mientras miramos las nubes. Somos el último trago. La próxima película. La duda. La peor resaca y la mejor borrachera. Somos una cicatriz. Somos sal en la herida.
Somos todo aquello que fuimos y todo lo que seremos. La enriquecedora carrera contra el todopoderoso Dios del tiempo. Incluso contra nosotros mismos, pobres desgraciados, que desde aquel día no nos quedó otra que empezar a girar las agujas de nuestro reloj, y no cesará hasta que el momento dicte el cuándo, cómo, dónde y por qué.
Mientras tanto puedes seguir siendo todo lo que te propongas, tan efímero como un parpadeo o tan eterno como el Universo; El tiempo que te queda. La experiencia de lo vivido. El sendero de tu futuro. Tu propia historia.
No es especialmente largo que digamos, pero espero que os haya gustado y estoy totalmente abierto a críticas.