Episode I | Epílogo de FINAL FANTASY XIII

Embárcate junto a Lightning en un increíble viaje a través del mundo flotante del Nido y el olvidado yermo de Paals.

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Cisqua
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Episode I | Epílogo de FINAL FANTASY XIII

Post by Cisqua » 18 Dec 2010, 22:35

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Con la reciente salida de la edición japonesa de Final Fantasy XIII para Xbox 360, sale a la luz el esperado epílogo oficial del juego. Sí, epílogo, no prólogo. En este caso, descubriremos mediante una pequeña novela de ocho partes qué sucede después del final de la historia de Final Fantasy XIII.

Aunque últimamente tengo que sacar el tiempo de las piedras, traduciré este trabajo con mucho gusto en cuanto haya traducción inglesa, tal y como hice con Episode Zero -Promise- ^^

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«Es como... un milagro». Lightning elevó la vista hacia el Nido, sus ojos rebosantes de asombro. «Lo es...», respondió Vanille, con una voz que no alcanzaba del todo la realidad. Para detener la caída del Nido... ellas sabían que tenían que hacerlo a toda costa. Tanta gente allí, tantas vidas. En sus corazones, ellas sabían que tenían que salvarles. Había sido el destello de un instante y de una eternidad, y entonces, cuando despertaron, tanto Vanille como Fang estaban aquí. Era diferente a cuando se habían convertido en cristales en el templo del fal'Cie Ánima. Cuando eso pasó, todo —incluido el fal'Cie Ánima— se durmió. Un descanso tan profundo que ni sueños había en él. Ahora, a pesar de que estaban durmiendo, podían ver el mundo. Podían ver el hermoso y cálido mundo del Gran Paals. Podían oír las voces de sus amigos.

Varios soldados armados salieron corriendo de la nave. Esos uniformes ya los habían visto antes. «Oh, por supuesto. Ellos. ¿No se llamaban PSICOM? Esos hombres ya no son nuestros enemigos. Están trabajando duro para asegurarse de que la gente del Nido sea trasladada a un lugar seguro». Ya no volverían sus armas contra los ciudadanos. Vanille no tenía ninguna prueba de ello, pero así lo creía. Sus gritos en pos de salvar a la gente no escondían mentiras.

«Puede que nunca las volvamos a ver, pero podemos hacer milagros», dijo Hope. Parecía triste, pero había un dejo de fuerza y resolución en su voz. Habían salvado a la gente del Nido, seguro que podían hacer que otro milagro sucediera. Seguro que serían capaces de salvar a Vanille y a Fang. Quizás era eso lo que estaba pensando.

«Gracias, Hope», susurró Vanille. «Pero esto no significa que sea el fin. Siempre estaremos velando por vosotros. Incluso aunque no podáis vernos, nosotras sí podemos. Podemos ver todo el Gran Paals desde esta torre de cristal. Todos vosotros debéis ser felices, no dejéis que aquellos a los que amáis se aparten de vuestro lado».

Vanille contempló a sus amigos reunirse con sus seres queridos, su corazón repleto de alegría. Se sentía en paz, el daño que había causado al fin se había deshecho. Había sido sólo culpa de ellas que Serah y Dajh se hubieran convertido en lu'Cie.

Una vez las dichosas lágrimas de su reencuentro se secaron, Serah volvió la vista hacia el Nido. Sus ojos se llenaron de sombras. «Así es como me veía yo, hace mucho tiempo», pensó Vanille. «Nuestros actos trajeron dolor a otros. Involucramos a personas que no debían estar implicadas, y cambiamos su destino. Nuestros crímenes me asustaban, eran demasiado graves, no podía hacerles frente. Huí. Así es como me veía yo, érase una vez».

«Comprendo su dolor. Sé cómo se siente al mirar ahora el Nido». Entonces, Vanille recordó. Una vez, en esa playa a las afueras de Bodhum, Serah le dijo: “Podré salir adelante. Hay gente con la que puedo contar”. Recordó la mirada de sus ojos. A pesar de que la realización y el arrepentimiento de sus crímenes amenazaban con hundirla, ella sabía que Serah sería capaz de permanecer fuerte ante ellos.

Vanille se dirigió a Snow, quien yacía junto a Serah. «Apóyala siempre», le dijo. «Si lo haces, ella podrá hacer frente a cualquier cosa. Puede que se sienta perdida, pero siempre encontrará el camino. Sé que dirás “¡Podemos hacer que sucedan milagros! ¡Tenemos que encontrar una forma de salvar a Vanille y a Fang!”. Pero no puedes. Necesitas quedarte a su lado».

Él no podía haberla oído, pero se dio la vuelta, como si su voz realmente le hubiera alcanzado. En su mirada se atisbaba un susurrado «lo siento».

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En el momento en que la tuvo de nuevo entre sus brazos, a Snow se le puso la mente en blanco. Como si todos sus recuerdos se hubieran esfumado. Sin pasado, sin futuro, sólo la sensación de tener a Serah de vuelta con él. No tenía espacio para nada más. «Qué simple es mi mente», pensó Snow. «Tiene sus límites».

«Lo siento», susurró, dirigiéndose a Vanille y a Fang, dormidas en su torre de cristal. Había visto a Serah observar el Nido, y así volvió a la realidad. Sus recuerdos resurgieron. Todavía había dos personas a las que no había salvado. No era momento para olvidarse de todo.

En la visión que había tenido en su frío sueño, había contemplado un futuro donde todos estaban riendo juntos. Él sabía, simple y llanamente, que Vanille y Fang estaban allí con ellos. Lo que significaba que no todo estaba acabado, aún no podía ser el final.

«Ahora está resquebrajado, ¿no? Destrozado...». Su voz trajo a Snow de vuelta al presente. «Estoy salvada... Vuelvo a ser humana, y puedo veros a Lightning y a ti. Pero...». Serah levantó la vista hacia el Nido. «Sé que hay algo que debo hacer. No es justo que sólo me salve yo, que sólo yo sea feliz. Pero... No sé qué hacer...».

Serah tenía razón, por supuesto. Todos habían perdido sus hogares. Los mismos principios que sustentaban sus vidas ya no eran válidos. Había un incontable número de gente que necesitaba ser salvada. La cantidad de trabajo que hacía falta era suficiente para hacerle sentirse mareado.

Lo único que Snow podía hacer era parar de pensar en ello. Después de todo, su cerebro no estaba hecho para pensar en esa clase de cosas.

«Si está destrozado, solamente tendremos que hacer uno nuevo». Una respuesta simple proveniente de un hombre simple.

«¿Un nuevo Nido?» Los ojos de Serah se abrieron como platos.

«No, no, eso no. Me refiero a algo diferente, en lugar del Nido. Lo construiremos aquí. Podemos hacer una nueva ciudad en el Gran Paals. Todos juntos». Snow sólo intentaba soltar algo, cualquier cosa, pero una vez dicho en voz alta, no sonaba tan mal. De hecho, pensó que no podría haber un plan mejor.

«Podemos construir nuestras nuevas casas, y cultivar nuestra propia comida. Podemos hacerlo. Ya lo hicimos en Bodhum, ¿recuerdas? Plantamos un huerto y cazamos monstruos».

«¿Hacer uno nuevo? ¿Así de simple? Muy propio de ti», dijo Lightning, elevando la vista hacia el Nido. «Sabes, tienes razón. Solamente tendremos que hacer uno nuevo».

«¡Exactamente! ¡A partir de hoy, este será nuestro nuevo hogar!»

«Pero si ni siquiera hay nada todavía», replicó Lightning, riendo. Serah ahogó una risita.

«Oh... eso es. En el Gran Paals, todos somos una familia».

Lightning le dedicó una mirada a Snow. «¿Recuerdas?», pareció preguntarle. Snow asintió. «Por supuesto que me acuerdo. Lo que Vanille siempre decía».

«Entonces, este es nuestro hogar. Siempre ha sido nuestro hogar». Lightning se volvió hacia la torre y sonrió.

«Porque es el suyo».

Los días que pasaron vagando por el Gran Paals, aferrándose a una pequeña esperanza mientras hacían su camino hacia Oerba. Eran amigos que luchaban juntos, eran una familia. En ese momento fue cuando este lugar se convirtió en un hogar para ellos. No era el infierno, no era la tierra de sus enemigos. Simplemente, su hogar.

Escucharon el aliento de alguien tras ellos. Hope. Más allá se veía un grupo de soldados vestidos con uniformes azules.

«Eh, ¿esos no son...? Es la Caballería», susurró Hope, y entonces echó a correr. Por supuesto, todavía no sabían si su padre estaba a salvo. Lo último que habían escuchado de él era que había sido rescatado por la Caballería. Quizás tuvieran alguna noticia nueva.

«Sigámosle», dijo Lightning, haciendo lo propio.

«Cuando un amigo está en apuros...», dijo Sazh, cogiendo a Dajh.

«¿Qué significa “en apuros”, papi?»

«Significa que hay algún problema. Bueno, yo mismo llevo en apuros desde hace algún tiempo, la verdad».

El chocobito, en el hombro de Dajh, se giró hacia Snow y pió como diciendo «¿No vienes con nosotros?».

En su corazón, Snow envió otras disculpas a Vanille y a Fang. «Os rescataremos pronto. ¿Esa visión que tuve? No fue una ilusión. No dejaré que lo sea».

«Deberíamos ir también».

«¡Por supuesto que sí!», asintió Serah. Ahora parecía otra, no la Serah triste que había estado observando el Nido. Snow la rodeó con el brazo y la abrazó una vez más.

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«¡Disculpa! Perdona, ¿conoces a un hombre llamado Bartholomew Estheim?», les gritó Hope a los soldados de uniforme azul. Pensó que tal vez uno de ellos era Rygdea, o al menos uno de sus hombres. Al mirar más de cerca, no distinguió ninguna cara conocida. Al parecer, su tropa no estaba allí. «Sé que fue rescatado en Palumpolum, ¿nadie sabe...?» Hope sintió una mano agarrarle del hombro y se giró, soprendido. El hombre, como había pensado, no era nadie que conociera, pero parecía poseer información.

«Tu padre está a salvo. Yo lo he visto».

Las piernas le temblaron, casi echándolo al suelo del alivio. Nunca se había preocupado tanto por su familia. Nunca había tenido una razón para hacerlo. Se acordó de cuando clausuraron Bodhum, pues entonces vio el telediario todos los días. Nunca había deseado tanto conocer cualquier tipo de novedad acerca de su padre.

«Desafortunadamente, lo más importante ahora es ayudar a los refugiados. Tendrás que esperar un poco hasta que puedas ver a tu padre».

«Oh, no, entiendo. Basta con saber que está a salvo. Gracias».

Cada una de las personas que quedaban vivas en el Nido tenían que escapar. Una cifra increíble. Conducirlos a un refugio ya habría costado lo suyo, pero también había que encontrar alimento y agua para ellos. Era suficiente que se hubiera tomado la molestia de contarle a Hope que su padre estaba bien.

Lightning le dio una palmada en la espalda y le sonrió. Al darse la vuelta, vio a Sazh y a Snow dedicarle un guiño alentador. Se habían preocupado por él.

«Y bien, ¿cuál es el informe completo de los daños del Nido?», preguntó Lightning, dirigiéndose al soldado. Su rostro se ensombreció. Dos tercios, al parecer, habían resultado intactos, lo que significaba que un tercio restante no. Gente, ciudades... una tercera parte se había perdido.

«Dicen que Bodhum ha sufrido la mayor cantidad de destrucción. Pero casi no se han perdido vidas en esa zona. La Purga, ya sabes. Todo el mundo ya se había ido».

Que fuera irónico o fruto de la suerte, Hope no lo sabía. Pero Bodhum era el hogar de Lightning y Snow. ¿Cómo se sentirían al respecto?

«Sabes, tienes razón. Solamente tendremos que hacer uno nuevo».

Las palabras de Lightning volvieron a él. Tal vez supo lo que le había pasado a Bodhum tras haber visto la corteza del Nido. Quizás ya se había hecho a la idea a su manera.

«Um... además, pronto aterrizará una nave aquí. Con refugiados», dijo el soldado en voz baja. «Tal vez queráis ir un rato a otra parte. Es posible que la gente todavía sienta que... ya sabéis...».

«Que somos enemigos del Nido».

Casi lo habían olvidado. La gente del Nido no sabía qué había sucedido en realidad. Para ellos, había sido el fal'Cie de Paals quien había destruido el Nido. Pero eran los lu'Cie quienes los habían expulsado del paraíso.

«Sí, por supuesto... Si vieran un lu'Cie delante de ellos ahora mismo, sólo hay una acción que pensarían llevar a cabo».

Recordaron aquel día en Palumpolum, cómo les habían tratado. Como a enemigos.

«Está bien, lo haremos. No queremos causar ningún problema ahora mismo».

«Lo siento. Sólo tendréis que esconderos por un tiempo. Una vez todo el mundo sepa quién era el verdadero enemigo, podrán confiar en vosotros de nuevo. Esperad hasta entonces».

Hope se preguntaba si eso era verdaderamente cierto. Habían matado a soldados. Sólo lo habían hecho por sobrevivir, pero aun así, habían matado a muchos de PSICOM. Esos hombres y mujeres debían tener familias. No importaba, al fin y al cabo, cuál fuera la verdad. Seguirían sintiendo que ellos eran el enemigo. Él no quería olvidar lo que esos soldados le habían hecho. No sabía si tenía o no la voluntad suficiente para perdonar. Pero no saldría corriendo. No podía.

Probablemente no había nada que pudiera hacer por ellos. ¿Qué podía hacer, ahora que había perdido sus poderes de lu'Cie, ahora que era humano? Pero no quería volver a ser como antes. Indefenso, siempre huyendo de los problemas. Ahora sabía lo que se sentía al tener miedo de poder perder a tu familia. De perderla de verdad.

El soldado ya se había dado la vuelta y regresado a sus deberes.

«Em... ¿ha-hay algo que pueda hacer para ayudar?», gritó, corriendo detrás de él.

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«Eh... uh... ¿perdona? ¿Tenéis pilotos suficientes?», le preguntó Sazh al soldado. En el momento en que Hope preguntó si había algo que pudiera hacer para ayudar, a él se le ocurrió que también debía haber algo que él pudiera hacer.

«Teniendo que evacuar a tanta gente, cuantos más pilotos, mejor».

Sazh miró hacia el Nido. Incluso habiéndose perdido un tercio entero, se preguntó cuántos viajes habría que realizar para evacuar a toda la población.

«Si, cierto, pero...».

«Comprendo. Mientras permanezcas en la cabina, no tendrás que preocuparte de que nadie te vea la cara».

No sólo estaban utilizando aeronaves para volar directamente desde el Nido hasta el Gran Paals. Dentro del Nido había avalanchas, edificios derrumbándose, y gente dentro de ellos que necesitaba ser rescatada. Para ello hacían falta las naves más pequeñas que pudieran alcanzarles, así como pilotos para conducirlas.

«En realidad... la verdad es que necesitamos más gente de la que tenemos ahora mismo».

«Al menos PSICOM se ha dejado de tonterías. Supongo que algo bueno ha salido de todo esto».

Bajo el cristalino pilar, los soldados de uniforme azul trabajaban codo con codo con PSICOM. Transportando suministros de extrema necesidad, haciendo todo lo posible por ayudar. Todos estaban trabajando para asegurarse de que los ciudadanos del Nido estuvieran a salvo. «Un milagro más», pensó Sazh.

«Y bien, ¿dónde está tu licencia?»

«No, si sabe pilotar iremos en cualquiera».

Oficialmente, sólo se le permitía pilotar aeronaves civiles, pero en una emergencia como esta nadie sería tan idiota como para decir que iba contra el reglamento permitirle dirigir una nave militar.

«Por supuesto... Además, mi niño viene conmigo. Sería de agradecer que pudiérais dejarme una nave con mucho espacio en la cabina.».

Sazh no tenía en mente dejar a nadie al cuidado de Dajh en aquel momento. Una vez todo hubiera vuelto a la normalidad, él trabajaría y Dajh iría a la guardería. Pero ahora mismo las cosas eran diferentes. Ahora mismo no quería separarse de él ni un solo segundo.

Ese había sido el principio de todo, ese día en Euride. Por sólo un momento, le había quitado a Dajh los ojos de encima. Se había descuidado de más y sentido que su hijo era lo suficientemente mayor como para no tener que preocuparse por él todo el tiempo. Qué desastre. Ese era un camino que no tenía planes de volver a recorrer.

«Así que, Dajh...», dijo, poniendo al niño en el suelo y arrodillándose a su lado. «Tu padre trabaja de piloto. ¿Cuál es tu trabajo?»

«Um... comer mucho, jugar un montón, dormir la siesta, meterme en problemas, que me griten, pedir perdón...».

Cada mañana, antes de salir, tenían la misma conversación. Entonces, cuando llegaban a la guardería, él decía «Mira, aquí está tu lugar de trabajo», y le llevaba adentro.

«Eso es. Pero hoy será un poco diferente».

«¿Diferente?»

«Hoy tu trabajo es observar el trabajo de tu padre. Te sentarás al lado de tu padre y serás un buen chico. ¿Puedes hacer eso por mí?»

La cara de Dajh se iluminó y llenó de entusiasmo. Nunca había visto a su padre pilotar tan de cerca.

«No podrás levantarte ni corretear cuando estemos ahí arriba. ¿Entendido? Es un trabajo en el que hay que estarse quieto. Y eso va también por ti». Entonces miró al chocobito bebé. «Y por ti. Nada de revolotear, ¿queda claro?» El chocobito pió a modo de acuerdo.

Se tomó un momento para abrazar a Dajh otra vez. Pronto no podría hacerlo tan fácilmente. Los niños crecían demasiado rápido. No pasarían ni diez años antes de que Dajh tuviera la misma edad que Hope. Cada instante de ese tiempo era precioso.

Entonces, una vez Dajh fuera adulto, él les diría a Vanille y a Fang «¿Veis? Se está convirtiendo en un hombre hecho y derecho. Todo eso que sucedió en el pasado no es nada. ¿A quién le importa que se convirtiese en lu'Cie cuando sólo era un niño?» Llegará el día en que todos ellos sean capaces de reírse de todo lo pasado. Sin importar cuán lejos en el futuro pueda estar.

«Muy bien, ¿vamos?» Sazh elevó la vista hacia la torre de cristal y la vio brillar a la luz del sol. El lugar en el que dos de sus amigas dormían. «Algún día nos volveremos a encontrar», murmuró, y siguió al soldado que a su vez le guiaba.

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Sintió como si hubiera pasado mucho tiempo desde la última vez que había visto a un niño así. Riendo y feliz. Era extraño. Tras haber despertado en el Nido, debió haber visto un montón en el centro comercial de Bodhum o en Euride.

Fang pensó que quizás era porque ella misma había cambiado.

O no cambiado, pero vuelto a ser como era. A ser la persona que era en Oerba, la que contemplaba a los niños jugar y reír.

Todos los niños ponían la misma cara cuando sonreían. En el Nido y también en Oerba. Era algo tan extraño...

«Pues claro». Vanille rió. «Los niños son niños en el Nido y en Oerba. No importa de dónde sean».

«Por supuesto que tienes razón», respondió Fang, volviendo a observar la sonrisa de Dajh. Pensaba que jamás podría cansarse de ella. Era humano de nuevo, no un lu'Cie ligado al Sanctum. Cuando vio que la Marca lu'Cie había desaparecido del dorso de su mano, sintió una oleada de alivio.

«Lo que le pasó a Dajh no fue culpa vuestra. Aquel día, en el Barranco de Euride, yo le perdí de vista. La culpa es mía. Piénsalo de esa manera».

Cuando Sazh le dijo eso, ella no respondió. Esas palabras la habían salvado. El fardo con el que cargaba sobre sus hombros se había aligerado, sólo un poquito.

Pero todavía sentía que era todo culpa suya. Habían involucrado a un niño inocente. Eso era imperdonable, incluso si ese niño era del Nido. Una voz en su cabeza no podía parar de recordárselo.

Había pensado que la única forma de poder perdonarse a sí misma no era que Sazh la perdonara, sino que lo hiciera el mismo Dajh. Eso era lo que pensaba. Pero no había sido verdad. No eran sus palabras sino su sonrisa la que finalmente la permitió perdonarse sus propios crímenes.

Fang desvió la mirada hacia la otra persona que deseaba que la perdonara. Serah.

«Serah decidirá si te perdona o no», le había dicho Lightning cuando estaban ocultándose en Palumpolum. (*)

«¿Nos... perdonará?», se preguntó Fang.

«No te preocupes», susurró Vanille. «Serah es fuerte y muy buena persona. Lo hará».

«Bueno, entonces... supongo que nuestro trabajo ha terminado. Hemos completado esta estúpida Misión, destruimos el Nido. Ahora todos los lu'Cie han vuelto a la normalidad».

Pero no, todavía no estaba del todo terminado. Todavía tenían que sostener el Nido. Aunque Fang no sentía que eso tuviera mucho de trabajo. Simplemente se sumergirían en un sueño profundo, y consumirían mucho, mucho tiempo. Eso era suficiente para ella. Vanille estaba a su lado. No tenía que preocuparse más acerca de cuándo se podrían convertir en Cie'th. Podían dedicarse nada más que a consumirse juntas para siempre.

Entonces, sintieron que alguien les sonreía.

«¿Quién?», exclamó Vanille mientras Fang se daba la vuelta. Conocían esa sensación. Hace mucho la conocían. Tal vez en algún lugar de sus recuerdos olvidados.

Vanille murmuró el nombre de la diosa. Por supuesto, ella todavía conservaba todos sus recuerdos, así que conocía a la dueña de esa sonrisa. «Sí, así es. Ahora lo entiendo todo. En esto consiste un milagro». Sentía como si un fuerte nudo se estuviera deshaciendo. Sus recuerdos no habían regresado, pero sentía como si una niebla se hubiera disipado.

Fang observó a todos sus amigos, uno a uno. Sazh estaría ocupado criando a Dajh. Hope todavía no era adulto. Pero Snow y Lightning... Ellos serían un problema.

«Ni se os ocurra pensar en salvarnos, en llevarnos de vuelta. Pensad sólo en vosotros mismos a partir de ahora, o si no...».

Vanille soltó una risita.

«Bueno, ya sabes cómo son...». Fang suspiró y dejó escapar una risa amarga.


(*) Aclaración: hay un errata aquí que no sé si es propia de la traducción inglesa o del epílogo en sí. En esta parte, Fang recuerda que Lightning le dijo en Palumpolum que "Serah decidiría si perdonarla o no", pero en el juego (tanto en la traducción inglesa como en la española), lo que Lightning le dice es "Serah decidirá si tú y yo estamos en paz/si te perdono o no". Según el epílogo, Lightning le dice que Serah verá si perdonar o no a Fang, pero según el juego, Lightning le dice que Serah decidirá si su hermana la perdona.

Habría que comprobar la edición japonesa del juego para ver si realmente es un error del epílogo o de la traducción de Lissar (a partir de la que yo hago la española). Siendo que el diálogo (del epílogo) prosigue como si realmente la traducción fuera correcta, ¡estaríamos ante un error del mismo epílogo! De otra forma, que Serah perdone a Fang equivaldría a que Lightning perdone a Fang. Un lío, ¿no? Pero en ese caso, ¿como pensáis que debería dejarlo?

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Lightning vio una imagen de Fang en su mente, gritando que deberían dejarlas estar, y no intentar rescatarlas. Se encogió de hombros ligeramente.

«Sabes que no es propio de nosotros dejaros atrás».

Habían luchado juntos lo suficiente como para que cada uno supiera lo que el otro pensaba, lo que quería decir. Estaba segura de que el resto querría traerlas de vuelta. Pero, para meras manos humanas, sería demasiado devolver a un lu'Cie cristalizado a la vida, y si destruyeran el pilar que sustentaba el Nido...

¿Podrían liberarlas sin romper el pilar cristalino? ¿O podrían destruir el pilar sin que ello supusiera más destrucción al Nido? De cualquier forma, sería un trabajo mayor del que la tecnología humana podía manejar.

En su lugar, tendría que averiguarlo por sí misma.

Podría haber algo que fuera de ayuda, alguna clase de tecnología, durmiendo en algún lugar del Gran Paals. O tal vez alguna pista escrita en alguna parte.

Cuando llegaron por primera vez, se dedicaron a buscar alguna forma de deshacerse de sus Marcas lu'Cie. Pero regresaron al Nido con las manos vacías.

Todavía quedaban muchos lugares que no habían visto, a los que no habían viajado. Si buscara en ellos, podría encontrar lo que estaba buscando. El único problema era que resultaba peligroso, ahora que había dejado de ser lu'Cie. El Gran Paals estaba repleto de monstruos de todo tipo; enfrentarse a ellos no sería ninguna broma. Sería un viaje largo.

En cualquier caso, no podía dejar que Snow fuera con ella. Su misión era hacer a Serah lo más feliz posible. Lightning desvió la mirada hacia la pareja, que caminaba delante de ella.

No hacía mucho que consideraba que proteger a Serah era su propio deber. Recordaba los días en los que sujetaba la pequeña mano de su hermana mientras iban de acá para allá. Ahora era el momento de transmitir esa responsabilidad. No, ese momento ya había llegado. Snow ya la había asumido, sólo que ella no lo había notado.

Al principio, pensó que el tipo no era más que pura palabrería. Antes de darse cuenta, encontró que esas palabras suyas la alentaban, la hacían seguir adelante cuando sentía que se iba a rendir. Ya que sus palabras contenían verdad, podían mover a la gente, hacerla sentirse más fuerte.

Snow era el único con el que ella podía dejar a Serah. En quien podía confiar. Sobrevivirían en el cruel y vasto mundo.

«Por favor, sé feliz, Serah», susurró Lightning, y sonrió. Una responsabilidad más había llegado a su fin. Se sentía bien y, sin embargo... un tanto triste. Pero hasta en la tristeza había un dejo de satisfacción.

Sazh caminaba junto a los soldados hacia el punto de aterrizaje de la aeronave, aferrando a Dajh contra su pecho. El niño se giró hacia Lightning y le dedicó un profuso saludo. Qué niño tan encantador. Ella le devolvió el gesto y sonrió.

Sazh estaría ocupado criando a Dajh a partir de ahora. Esa era su responsabilidad. Ningún reemplazo se podía llevar a cabo cuando se trataba de los padres de un niño. Lightning lo sabía bien, al haber perdido a los suyos. Quería que ambos fueran felices juntos durante tanto como pudieran.

Y Sazh estaría ocupado trabajando de piloto. El Gran Paals era mucho más grande que lo que cualquiera en el Nido pudiera imaginar, y las aeronaves desempeñarían un papel importante en la vida de la gente. Las habilidades de Sazh estarían muy solicitadas. No podría ir con ella en busca de una forma de liberarlas.

Ni tampoco Hope. A pesar de que había sido fuerte como lu'Cie, siendo capaz de invocar a Alejandro, ahora era un chico normal.

Aunque las vidas de las personas estarían un poco alteradas por ahora, llegaría un momento en que volverían a la normalidad. Con el tiempo, los colegios abrirían de nuevo, y él iría al instituto, jugaría con sus amigos... Esa era la vida que le esperaba.

Ella había querido crecer rápido, para proteger a Serah. Pero quería que Hope disfrutara del poco tiempo que le quedaba como niño.

Para paliar el dolor de haber perdido a su madre.

«Entonces, esto es lo que hay», pensó. «La única persona que puede encontrar una forma de salvarlas soy yo».

Y realmente no había llegado a pensar que una vez salvara a Serah, sería el final. Por supuesto, al principio, sólo tenía eso en mente; sólo quería salvar a Serah.

¿Cuándo había cambiado de parecer?

Tal vez al estar en el Gran Paals, al elevar la vista hacia el Nido. Cuando vio por primera vez su mundo desde fuera. Que el mundo que había pensado que era tan grande, podía parecer tan pequeño que hasta podría sostenerlo en la palma de su mano.

En comparación con el vasto cielo abierto, el Nido era minúsculo. Pero dentro vivía mucha, mucha gente, con tanta felicidad como cabía en su interior.

Ella nunca olvidaría el asombro y la sorpresa que sintió ese día. Fue entonces, probablemente, que algo cambió en su interior.

Para salvar a Serah, para sobrevivir junto a todos los demás. No sólo junto a los lu'Cie que había llegado a considerar amigos, también junto a toda la gente del Nido. Comenzó a soñar con un día en el que pudieran vivir junto a todos los demás.

Eso no había cambiado. No, ni siquiera sólo la gente del Nido, sino la gente que, como Vanille y Fang, podrían haber sobrevivido en algún lugar del Gran Paals hasta el día de hoy. Deseaba proteger el futuro de todas las personas que vivían en este mundo.

«Por eso mi lucha aún no ha terminado...».

Sabía que tenía que marcharse rápidamente. No sabía por qué. Era alguna sensación que tenía. Y de repente, estaba corriendo.

«¿Por qué? ¿Qué me está empujando de esta manera? ¿Qué... qué es esto?»

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«Por supuesto, lo sabía. Por supuesto que ya sabía lo que había sucedido. Pero al verlo con mis propios ojos, me sentí... confundida. Perdida. Al realmente saber que era real.

Pero ya que lo es, sé que puedo hacer cosas. Puedo cambiar cosas, no limitarme a verlas suceder. Sentí fuerza entonces, y coraje».
Serah levantó la cabeza y miró el Nido, destrozado y desmoronándose. Y el cristal que lo sostenía.

«Me pregunto qué clase de sueños tendrá Vanille ahora. ¿Como los que tenía yo cuando era un cristal, observando a todo el mundo... nos estará observando ahora?»

Sus recuerdos tras haberse convertido en cristal eran confusos, pero recordaba todo lo que pasó después de lo sucedido en el Lago Bresha. Snow había permanecido a su lado. Se había sentido tan impotente... pero Snow había estado allí. Quizás que él llevara esa lágrima de cristal era la razón de que ella pudiera oír su voz, y ver lo que él veía.

Todos los que se convertían en cristales veían sueños diferentes. Parecía que ese niño, Dajh, había soñado que estaba jugando con muchos, muchos chocobos. Quizás ese chocobito bebé le había inducido ese sueño. ¿O había sido su padre? ¿Cuál era su nombre? ¿Sazh? El que había querido mostrarle a su hijo muchos sueños fabulosos.

Tal vez era cierto. Debido a que Snow había querido tantísimo que ella estuviera con ellos, tuvo los sueños que tuvo. Y tal vez influyó un poco que ella misma deseara que fuera cierto... aunque, en realidad, no podía saber cuán cierto era.

Estar junto a Snow en sus sueños la había ayudado, tranquilizado. Si hubiera permanecido en un sueño tan frío y solitario durante tanto tiempo, su corazón se habría roto antes de que hubiera tenido la oportunidad de despertar.

Esperó que Vanille estuviera contemplando sueños maravillosos. Incluso aunque sólo fuera en sus corazones, Serah esperó que todos pudieran estar juntos.

«Nos... eh, vamos a embarcar en un viaje largo. Así que nos iremos ahora». La voz de Sazh trajo a Serah de vuelta a la realidad. Dajh estaba riendo y cogiéndola de la mano.

«¡Hasta luego! ¡Nos vemos!»

«Adiós, Dajh. Espero volver a verte».

Se acordó de cuando despertó; fue la sonrisa de ese niño lo primero que vio, y su inocente parloteo lo primero que escuchó. Le cogió de la mano, y entonces se adentraron en las tierras del Gran Paals por primera vez. Caminando de regreso a la realidad. «Gracias, Dajh», murmuró Serah, sonriendo.

El soldado instó a Sazh a que se diera prisa. «Vamos, papi se tiene que ir», dijo Sazh, echando a correr.

«Allá van...», susurró Hope, junto a Serah. Entonces, un soldado diferente vino corriendo hacia ellos.

«Eh, hemos encontrado a tu padre. Llegará en el próximo avión, uno de los de suministros».

«¡¿Mi padre?!»

«Sí, estará aquí en pocos minutos».

No muchos sabían que Bartholomew Estheim —el padre de Hope— era el padre de un lu'Cie. Pero había gente ahí fuera que sí. Probablemente lo habían mandado a un avión de suministros para que pudiera evitar ver a cualquiera que le pudiera reconocer.

«Una vez aterrice, nos las arreglaremos para que podáis veros en algún lugar alejado de todo».

«Gracias... Muchas gracias».

«No tienes que agradecérmelo, pero tenemos que darnos prisa. Necesitamos aprovecharnos de la confusión en la pista de aterrizaje para que los dos podáis escapar».

El soldado le metió prisa, y Hope finalmente les dejó. No tenía tiempo para palabras de despedida, sólo para que sus miradas se cruzaran y asintiera brevemente con la cabeza.

«Todos se están marchando tan deprisa...», dijo Snow, un poco triste. Siempre había odiado estar solo.

«Sí, es triste, pero... ahora van a estar con sus familias».

«Sí... Lo sé. ¡Hurra!»

A pesar de que cada uno iba por su lado, nada podía cambiar el hecho de que habían viajado juntos. No importaba lo lejos que estuvieran, siempre estarían conectados de alguna manera. Como con Vanille y Fang, dormidas en el cristal.

«Pero, sabes, no es el final».

No, era el principio. Todo el mundo recorrería su propio camino, de la mano de aquellos a quienes tuviera más cerca, caminando hacia su propio futuro.

«Sí... hasta yo tengo algo que puedo hacer».

«Um, Snow... He estado pensando y creo que... quiero ser profesora».

«¿Que quieres ser profesora?»

«Sí. Claro que ahora mismo no hay colegios, ni siquiera casas... pero hay tantos niños... Necesitaremos colegios y profesores».

Había pensado mucho acerca de qué era lo que ella podía hacer. Si realmente podía hacer algo que sustituyera a su paraíso perdido. Esta era su respuesta.

«Cuando les esté dando clase, necesito ser capaz de contarles que... por qué el Nido cayó, qué pasó exactamente...».

Habían vivido simplemente aceptando lo que los fal'Cie les proporcionaban. Habían vivido sin pensar en sus propias vidas, sin cuestionar su falso paraíso. Un error. Serah quería que los niños que ahora vivirían en el Gran Paals pensaran por sí mismos, se mantuvieran por su propio pie.

«Dentro de diez o veinte años, todos estos niños serán adultos. Podrán ayudarnos a construir nuestra nueva ciudad. Al principio, sólo seremos capaces de construir una pequeña, pero con su ayuda, crecerá».

«Hmm... Creo que te pegaría». Snow asintió, sonriendo. «Quieres construir el futuro».

Al menos unos pocos de los niños a los que enseñara pasarían a ser los mismos profesores. Entonces enseñarían a niños que se convertirían en profesores, y así sucesivamente en el futuro.

«¡Perfecto! Voy a construir un colegio gigantesco para ti. ¡Uno así de grande!», dijo Snow, extendiendo ampliamente los brazos.

«Una ciudad con un colegio gigantesco, y montones de casas... Necesitamos eso pronto, ¿verdad?»

Si continúas creyendo, tus sueños se harán realidad. Serah soñaba con una ciudad enorme que se extendería de un extremo a otro de esta tierra, ahora vacía. Mucho después de que hubiera muerto, en un lejano, lejano futuro, quizás llegaría el día en el que el Gran Paals fuera llamado paraíso. No uno falso, sino uno real construido con sus propias manos.

«Eh, Lightning...», comenzó Serah, queriendo ver si estaba de acuerdo. Pero entonces, tuvo una extraña sensación. Como si algo la estuviera rodeando de una forma que nunca antes había sentido. Tan pronto como lo sintió, desapareció.

«¿Lightning?»

Lightning no estaba allí, donde estaba justo hace un momento. Serah tuvo una premonición... No, eso no, un mal presentimiento.

«¿Qué?», Serah miró hacia atrás y abrió los ojos.

«Yo... ¿qué?»

La torre de cristal parecía ahora más lejana que nunca. Ella estaba segura de que había estado caminando hacia ella. Tal vez se sentía tan rara porque acababa de despertar.

«¿Dónde... estás?», dijo con voz temblorosa. Serah se pasó los dedos por las mejillas, confusa.

Lágrimas...

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Un mar oscuro se extendía ante ella.

Más bien, era como un mar. Las negras y onduladas olas no producían sonido alguno, y no tenían olor a sal. Era como si una profunda oscuridad ondeara a través la noche. No se parecía nada a su mar.

Y no sólo eso. El lugar no se parecía a nada que hubiera visto antes. Había cosas, tal vez monstruos, en la distancia. Pero ni plantas ni tampoco animales. No sentía vida alguna.

No se oía nada, no había color. No sabía si era simplemente el silencio y la oscuridad o es que sus cinco sentidos le estaban fallando.

El tiempo en sí parecía haberse vuelto difuso. Daba la sensación de que meses y años estaban pasando y, sin embargo, todo en un instante. Como si ella fuera una experiencia eterna y un único momento a la misma vez.

«Oh, quizás esa sea la razón».

Poco a poco, llegó a aceptar la verdadera naturaleza de ese lugar. No era un lugar al que pudiera enfrentarse. Un mundo sin nada y... con todo. Para expresarlo con palabras humanas... el caos y la nada.

Pero, aun así, continuó hacia adelante. Quizás porque todavía tenía algo que buscar.

«¿A dónde? ¿A dónde intento ir?»

No hubo respuesta. Sólo el silencio, a la vez un momento y una eternidad, se tragó su voz.
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Re: Episode I | Epílogo de FINAL FANTASY XIII

Post by Pappapishu » 19 Dec 2010, 00:46

Cisqua wrote:Con la reciente salida de la edición japonesa de Final Fantasy XIII para Xbox 360, sale a la luz el esperado epílogo oficial del juego. Sí, epílogo, no prólogo. En este caso, descubriremos mediante una pequeña novela de ocho partes qué sucede después del final de la historia de Final Fantasy XIII.

Aunque últimamente tengo que sacar el tiempo de las piedras, traduciré este trabajo con mucho gusto en cuanto haya traducción inglesa, tal y como hice con Episode Zero -Promise- ^^


Bueno bueno...ya sabes que como antes puedes contar conmigo para alguna dudilla puntual que tengas, aunque la anterior vez te manejaste perfectamente sola!
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Re: Episode I | Epílogo de FINAL FANTASY XIII

Post by Sinh » 19 Dec 2010, 00:59

¡Gran noticia! Y no solo por el hecho de que salga el epílogo de FFXIII, sino por decir que tú te encargaras de traducirlo, ya que tu trabajo anterior fue prácticamente perfecto ^_^

Si necesitas ayuda, ya sabes que pueder pedirla, hay gente en LCO que tiene experiencia traduciendo. De hecho, te lo recomiendo si sabes que no vas a tener mucho tiempo, así la traducción iría mucho más rápida. Pero bueno, eso ya lo decides tú.

¡Gracias por la noticia!
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Re: Episode I | Epílogo de FINAL FANTASY XIII

Post by Inferno » 19 Dec 2010, 13:56

Pues es una noticia interesante y más aún que lo vas a traducir.
Nada más lo tengas listo le echaré un vistazo =)

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Re: Episode I | Epílogo de FINAL FANTASY XIII

Post by Cisqua » 20 Dec 2010, 23:05

Bueno, ahí voy ^^ lo del tiempo lo decía porque esta semana me iré de viaje y andaré un poco más limitada, pero considerando que la traducción inglesa en sí también va a trancas y barrancas, pues no es mucho problema. Eso sí, ya le he estado consultando a Papp unas dudillas ;)

Ya tenéis las tres primeras partes en el primer post :MagoNegro:
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Re: Episode I | Epílogo de FINAL FANTASY XIII

Post by Pappapishu » 20 Dec 2010, 23:52

Bonita traducción Cis! Se nota ese 10 en inglés! Excepto un error, y mira que te lo traduje yo...es "El Capullo"

Los títulos los has hecho tu? porque también molan un montón!
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Re: Episode I | Epílogo de FINAL FANTASY XIII

Post by Cisqua » 21 Dec 2010, 00:12

Jaja, anda que, llego a poner eso y... xDD

Sip, los títulos los he hecho yo, casi lo único que logro hacer mínimamente bien con PS xD

Gracias =)
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Re: Episode I | Epílogo de FINAL FANTASY XIII

Post by Sinh » 21 Dec 2010, 13:12

Qué grande eres Cisqua xD

De nuevo, muchas gracias por la traducción y por postearla en el foro ^_^. Paso a anunciar esto en Twitter y Facebook.

Por cierto, una curiosidad que tengo. ¿Las frases que se dicen en el juego y aparecen aquí son traducciones directas de la novela o has mantenido la traducción que se hizo en el propio juego?
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Re: Episode I | Epílogo de FINAL FANTASY XIII

Post by Cisqua » 21 Dec 2010, 14:34

Sinh wrote:Qué grande eres Cisqua xD

De nuevo, muchas gracias por la traducción y por postearla en el foro ^_^. Paso a anunciar esto en Twitter y Facebook.

Por cierto, una curiosidad que tengo. ¿Las frases que se dicen en el juego y aparecen aquí son traducciones directas de la novela o has mantenido la traducción que se hizo en el propio juego?


Gracias, Sinh ^^ hoy publicaré dos más según lo planeado, así para cuando esté de viaje ya me quedará poquito.

Las frases que se dicen en el juego y aparecen aquí citadas conservan la traducción española oficial del juego =)
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Re: Episode I | Epílogo de FINAL FANTASY XIII

Post by Cisqua » 21 Dec 2010, 23:59

Publicadas las partes IV y V. Atención a la "errata" de la V, a ver si me podéis ayudar :3
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